Creo entonces, no resulta ilógico despertar sudado (lo sé, incluso los preluders sudan) preguntándome si no me equivoqué al elegir la carrera... simples pretensiones, porque después, una vez acabado el torrencial de colores e ideas en mi mente, no pudiera estar más seguro de la pasión que siento al redactar, al sacar un libro de la estantería, al pasar las páginas de glasé en estado virginal de cualquier revista... y es que en definitiva supongo que mi arte duerme allí, en ese compuesto maravilloso de pulpa de papel que parece cada vez más amenazado por la tecnología.
Me encantaría poder leer todo esto en papel glaseado, con ilustraciones de página entera que complementaran mis escritos, sin embargo, "Prelude" en su formato digital, satisface muchas de esas intensiones, artísticamente hablando.
Por ello, en esos brevísimos espacios de tiempo que tengo y que empleo en hacer cosas nuevas, o al menos olvidadas, decidí caminar sobre mis pasos; emprender un recorrido que a decir verdad, era bastante común en mi "tierna" (?) infancia...
Si. Ya se que se lo que deben estar imaginado: "éste tipo seguro va hablar del Parque del Este", pero no es así (quizás lo haga más adelante...)
Ese día, llamé a algunos de mis preluders y decidí que haría el paseo cultural de Bellas Artes; entradas atrás (clickaquí) explicaba la impresionante sensación de contrariedad que genera en mi ese espacio, en principio dedicado al círculo de Bellas Artes, allá en la Caracas de hace siglos, en donde “cultura” era sinónimo de aristocracia; hoy convertido en el medio ideal para toda clase de tendencias artísticas posibles.
Es algo así como un "tirabuzón" lo que siento cada vez que piso esas baldositas cuadradas que comienzan en la Av México y que terminan justo antes de entrar en el antiguo Ateneo de Caracas.
Para empezar ese paseo de artistas, ese sentimiento de contrariedad, de libertad, de inseguridad. El "tirabuzón" no dudó en acompañarme esa tarde. Claro está, que la pasé "lo más de bien", disfrutaba hacer las veces de guía turístico...
Aturdí a mis preluders, con la conversación disparatada que tenía, recordando los días de Sofía Ímber (aún cuando yo no los viví); discutiendo acerca del presupuesto que es dedicado en la actualidad a los museos; de nuestra maravillosa Suite Vollard y la posibilidad de ver el genio Picassiano en directo ; de nuestra colección exquisitamente preservada de animales africanos, nuestra Marilyn-Warhol original... Y sí, digo "nuestras", porque siento que son parte de todos los que aquí hacemos ciudad. Incluso de los que ni siquiera saben que existe un municipio llamado Libertador.
Es así, como hablando y cuestionando acerca del arte, pasamos un día de intensa admiración y descubrimientos. No tardó en aparecer la típica “migraña de museo”, producto de la exposición constante a la luz blanca, pura, directa, al aire acondicionado, a la inmensa cantidad de imágenes que debe procesar el cerebro… Decidimos tomar café y prometer que volveríamos otro día.
6pm: Caracas, totalmente oscura, como siempre, el parque Los Caobos. Ese espacio, en el que en los 40's usaba la gente para reunirse, hacer picnics, aprender a manejar... ese parque estará totalmente iluminado, en cada plaza habrá alguna banda, grupo de danza o teatro. Suena el merengue caraqueño, el nuevo rock nacional…
9pm Los museos siguen abiertos, hay personal amable en cada sala, (esto es un poco imposible al momento en el que no creo que existan guías de museo amables ni en Caracas, ni en Madrid ni en París). Al menos exigiría personal capaz, que pudiera explicar correctamente la exposición.
1am La música sigue, "ahora es que hay gente". Aunque muchos no entiendan de qué va el arte contemporáneo, por qué el ballet es el pilar fundamental de lo demás, por qué los actores de teatro deben ser tan exagerados… todo el mundo parece disfrutar de esta excusa para hacerse dueños de espacios públicos y acabar con la ignorante desidia y la anarquía de los bárbaros.
Mi Noche de los Museos Caracas, no es una utopía, simplemente es la manifestación de la apatía cultural, la dejadez y la falta de conciencia. Cuántos de mis amigos, de tus amigos, de nuestros enemigos, no asistirían a algo como esto. Cuantos padres, hermanos, hijos... artistas no se carcomen en las ganas de permitir una noche cultural de este tipo aquí en nuestra primaveral Caracas.
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