Tomé el consejo de una persona muy cercana, me aventuré a probar algo nuevo, un día cualquiera. Ya había escuchado de este Festival y la oportunidad surgió de la nada, así de improvisto, como las cosas que realmente deben ocurrir.
Nunca he ocultado ni tampoco mostrado, la fascinación que siento por la cultura judía, sus creencias y ritos, sin embargo no pienso hablar de un tematabú hoy, como es la religión.
Esta persona cercana me decía que a veces no sólo hay que darse una pausa en el mundo, para aclarar nuestras ideas y compartirlas con los demás sino que es necesario, callar un rato, vivir una experiencia totalmente solo, escuchar críticas autoinfringidas que no puedan ser compartidas con nadie.
Decidí entonces ir al cine, un lugar oscuro, frío, donde en verdad pudiera escuchar qué es lo que me digo. Le película se llamaba "Protectores de la Noche" (abajo les coloco la ficha técnica y sinopsis), y confieso, que la película no pudo estar más cercana a lo que necesitaba.
Mientras afuera la ciudad vivía su caos acostumbrado, lleno de vehículos, gente caminando y contaminación de todo tipo, yo permanecía en ese recinto, admirando los cuadros de una película de la II Guerra Mundial. Quizás con esto último este encuentro conmigo suene a cliché, y aunque nunca he huido de los clichés, esta no era una película tradicional de masacre y autocompasión judía...
Allí los personajes se relacionaban muy bien entre ellos, no de una forma clásica. Y los pedazos llenos de silencio, gestos y sutilezas permitían que uno comprediera la otra realidad. La realidad de los que no estuvieron concentrados en campos de muerte, pero sí estaban sumidos en un campo peor en aquella época, un campo más sombrío y lleno de mayor patetismo: el campo de la mente humana.
A medida que el film avanzaba no dejaba de hacerme preguntas, y sin tener con quien compartirlas, solamente yo podía responderlas. Pensaba cosas disparatadas, pero tan ciertas, escritas con la lucidez de cualquier otro mortal que caminaba afuera del cine, de La Previsora, o de Pza Venezuela. En ese momento el asunto era yo, mi mente y la película, sí, en ese orden, yo estaba primero.
Y es que como muchos han dicho: el verdadero ruido es que el se produce cuando todo se calla, salí de allí distinto, no pretendiendo ser alguien nuevo, sino distinto y caminaba con la cara en alto mientras todo a mi al rededor se movía en perfecto equilibrio y armonía, puede haber sido que en ese instante tal y como lo hicieron los protagonistas en la historia, los venezolanos se ayudaron, prosperaron y emprendieron 100 años de avance. Seguí y no supe más de mi, hasta ver un hombre que cómo yo, podía haber estado en su propio mundo, viendo a la nada y a la vez viéndolo todo, a lo mejor él veía su versión de Pza Venezuela y quién era yo para negársela o corregirla, lo fotografié, no pude evitarlo, bajé las escaleras con rapidez y enfrenté a lo que me retaba, un mundo real tangible y dispuesto a ser modificado a mi gusto.
Fue un buen inicio sabático este viernes, y como buen preludista, di lugar a la pausa. Ahora camino con pasos suaves y pienso en toda la gente de mi vida: la que consideraba buena, la que consideraba mala, para darme cuenta que habiendo quitado esas etiquetas, ahora son simplemente gente, igual que yo.
Director: Ludi Boeken
País: Alemania 2009
Basado en las memorias de Marga Spiegel, hoy en día con 97 años de edad, este film es una historia poderosa y humanitaria frente al barbarismo. Comienza en 1943 cuando los últimos judíos alemanes son deportados a los campos de la muerte. En el momento en que la familia Spiegel solicita ayuda, granjeros alemanes que rechazan el fascismo, les ofrecen esconderlos, lo cual hicieron por cerca de tres años corriendo un gran riesgo al verse amenazados por grupos de jóvenes Nazis y ciudadanos asustados. Hoy en día los nombres de estos valientes granjeros se encuentran inmortalizados en el monumento de Yad Vashem en Israel.
VIENDO TODO, NO VIENDO NADA.
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